El sol del membrillo

Nocturno…

Sueño de luz (El sol del membrillo), también conocida como El sol del membrillo, es una película española narrativa/documental de 1992 dirigida por Víctor Erice. La película se centra en el pintor español Antonio López García y su intento de pintar el membrillo del mismo nombre. López lucha por capturar un momento perfecto y fugaz de belleza en el lienzo, y la película narra meticulosamente su trabajo.
La película comienza mostrando a Antonio López García como un pintor muy meticuloso. Clava clavijas para marcar su postura, cuelga un peso y utiliza cuerdas para determinar la simetría y el centro de su cuadro. Su primer intento comienza tranquilamente, pero pronto encuentra problemas debido al clima y al tamaño de su lienzo. Mientras López y un amigo discuten sobre El Juicio Final de Miguel Ángel, pintado cuando éste tenía más de 60 años, edad a la que López se acerca rápidamente, el tema de la película toma forma como la relación entre la obra del artista y su propia mortalidad. Los futuros intentos de López son mucho más apresurados y frenéticos, ya que lucha por competir con el clima, el sol fugaz y la fruta podrida y lastrada para mantener su visión.

El sol del membrillo

El sol del membrillo es un exquisito retrato del pintor realista español Antonio López García mientras pinta una única obra: un cuadro de un membrillo en el patio de su casa, que plantó hace años y que ahora estimula pensamientos sobre la luz, la pintura y el proceso; sobre la muerte; sobre lo que conocemos del mundo y cómo lo conocemos. La película de Erice es en sí misma una «pintura de la vida», que recoge las conversaciones de López con sus amigos y sus silenciosas reflexiones, sus pinturas de Madrid y las propias imágenes del director sobre esta suntuosa ciudad. «Una investigación reflexiva y delicada sobre la esencia del proceso artístico, y un homenaje a la belleza y la mutabilidad de la naturaleza. La película de Erice es… como su tema, única» (Janet Maslin, New York Times).

El sol del membrillo 2021

Se le llama pintor «lento». El epíteto es bastante discutible, el que pinta una calle desierta o una rama de membrillo no pinta la calle o la rama, sino el tiempo en que el paisaje o el árbol cambian de naturaleza: el modo en que crecen, salen, exhalan fragancia y se marchitan.    Sin embargo, el tiempo en el que López se fija tan peculiarmente no es únicamente el tiempo físico. No es casualidad que en sus cuadros hiperrealistas (según la sabiduría recibida), el ojo del espectador encuentre una especie de código de barras -huellas de otras maneras de pintar, que realizan un juego de temporalidades a través de índices de estilos (la pátina de un bodegón renacentista, la acentuada -como la de Manet- bidimensionalidad del lienzo, el patrón de collage); fijan el tiempo del artista y de un cuadro.
En cierto sentido, esta combinación de «academicismo» y pintura conceptual está provocada por la biografía. Nació en 1936 en la ciudad de Tomelloso. Desde muy pronto demostró aptitudes artísticas y fue enviado por sus padres a la Academia de Bellas Artes de Madrid, San Fernando.

Membrillo

En el otoño de 1990, el célebre pintor español Antonio López García decide crear una nueva obra. El tema de su bodegón: un membrillo bañado por el sol en el patio de su casa. López resulta ser un artista muy meticuloso. Antes de empezar a pintar, mide cuidadosamente el árbol y señala puntos de interés especiales. Su idea y deseo no es sólo pintar el árbol, sino también captar el momento fugaz de la luz del sol de la mañana deslizándose por los jugosos frutos otoñales. Pacientemente lo intenta, fracasa, vuelve a intentarlo, fracasa mejor, mientras el tiempo pasa y las estaciones del año cambian. El sol del membrillo, que existe en ese territorio especial más allá de las categorías de ficción y documental, es un retrato sublime nada menos que de las propias ideas del arte y la inspiración. También es un retrato del inevitable paso del tiempo y del anhelo de belleza del ser humano.