noviembre 27, 2024

Origen de la peseta

Origen de la peseta

Dólar español

El nombre de la moneda proviene de pesseta, forma catalana diminutiva de la palabra catalana peça (que significa pieza o fracción) o del español peso (peso, utilizado como sinónimo de moneda)[2] La palabra peseta se conoce ya en 1737 para referirse coloquialmente a la moneda que vale 2 reales provinciales o 1⁄5 de un peso[3] Las monedas denominadas en «pesetas» se emitieron brevemente en 1808 en Barcelona bajo la ocupación francesa; véase peseta catalana.
Tradicionalmente, nunca hubo un único símbolo o carácter especial para la peseta española. Las abreviaturas más comunes eran «Pt», «Pta», «Pts» y «Ptas»; una forma común de representar cantidades de pesetas en la imprenta era utilizando letras superiores: «Pta» y «Pts».
Cuando se diseñó el primer IBM PC en 1980, se incluyó un «símbolo de peseta» «Pts» en la ROM del hardware de las tarjetas de salida de vídeo Monochrome Display Adapter (MDA) y Color Graphics Adapter (CGA), con el número de código 158. Este cuadro de caracteres original se convirtió posteriormente en la página de códigos 437 de MS-DOS. Algunos programas de hojas de cálculo para PC bajo MS-DOS, como Lotus 1-2-3, emplearon este carácter como símbolo de peseta en sus ediciones en español. Las posteriores páginas de códigos internacionales de MS-DOS, como la página de códigos 850 y otras, desaprovecharon este carácter en favor de otros caracteres nacionales.

La peseta española

El real, el escudo y la peseta eran algunas de las monedas españolas antes del euro. La mayoría de las transiciones de una a otra se produjeron debido a la unificación territorial. De forma orgánica, muchas regiones comenzaron a llamar a su dinero con nombres diferentes, hasta que se implantó una nueva forma de pago.
El real fue la moneda oficial española durante cientos de años, desde mediados del siglo XIV hasta 1864. El rey castellano Pedro I introdujo esta moneda estándar, que valía tres maravedíes. Eran monedas ibéricas de oro o plata. Ocho reales equivalían al peso de un peso de plata o dólar español, que se presentó el mismo año. El dólar español se utilizó en América y Asia, y se hizo muy popular como moneda de cambio para el comercio internacional.
El escudo español tenía dos denominaciones: plata y oro. El primer escudo fue una moneda de oro introducida en 1566. Se siguió acuñando hasta 1833. El escudo de plata se utilizó entre 1864 y 1869. Cada escudo valía varios reales y finalmente fueron sustituidos por pesetas.

Peseta a usd

El real, el escudo y la peseta eran algunas de las monedas españolas antes del euro. La mayoría de las transiciones de una a otra se produjeron debido a la unificación territorial. De forma orgánica, muchas regiones comenzaron a llamar a su dinero con nombres diferentes, hasta que se implantó una nueva forma de pago.
El real fue la moneda oficial española durante cientos de años, desde mediados del siglo XIV hasta 1864. El rey castellano Pedro I introdujo esta moneda estándar, que valía tres maravedíes. Eran monedas ibéricas de oro o plata. Ocho reales equivalían al peso de un peso de plata o dólar español, que se presentó el mismo año. El dólar español se utilizó en América y Asia, y se hizo muy popular como moneda de cambio para el comercio internacional.
El escudo español tenía dos denominaciones: plata y oro. El primer escudo fue una moneda de oro introducida en 1566. Se siguió acuñando hasta 1833. El escudo de plata se utilizó entre 1864 y 1869. Cada escudo valía varios reales y finalmente fueron sustituidos por pesetas.

La moneda peseta

Discurso de Eugenio Domingo Solans, Miembro del Consejo de Gobierno y del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, pronunciado en la Conferencia organizada por el Colegio de Economistas de Madrid, Casino de Madrid, 28 de febrero de 2002.
Compañeros economistas de Madrid, nos hemos reunido aquí esta noche para despedirnos de la peseta y, con ello, rendirle el homenaje que se merece. Quiero agradecer al Colegio de Economistas, y en particular a su Presidente, Manuel Lagares, que me haya invitado a ser el maestro de ceremonias de este feliz acto. Utilizo la palabra «feliz» porque la peseta, al fin y al cabo, se ha ido a «un lugar mejor», y esto lo digo sin ánimo de faltar al respeto.
En efecto, ¿qué mejor destino puede tener una moneda europea que terminar sus días formando parte del euro, nuestra gran moneda internacional, a la que la peseta ha transmitido una valiosa y positiva experiencia? Una larga vida, una muerte natural anunciada y el mejor de los herederos. No creo que se pueda pedir más.
No sería de buen gusto, por mi parte, que les hablara hoy del euro. Cuando se rinde homenaje a alguien, es esa persona, y no sus sucesores o herederos, la que es objeto de cualquier discurso. Además, cuanto menos se hable de una moneda en uso, mejor, y, tras el inevitable revuelo causado por su exitosa introducción en la economía europea, el euro ha entrado en una fase de silencio que es el mejor exponente de la normalidad monetaria. Para una moneda, el silencio es un aplauso. Así pues, dejemos al euro en paz y tranquilidad y hablemos de nuestra peseta.